El globo de observación es un tipo de globo cautivo que fue empleado como plataforma aérea para reunir información para la artillería. El uso de los globos de observación empezó durante las Guerras revolucionarias francesas, alcanzando su cénit durante la Primera Guerra Mundial, cuando fueron ampliamente desplegados por ambos bandos.
Los alemanes desarrollaron primero el globo Parseval-Siegsfeld, al cual los franceses respondieron rápidamente con el globo Caquot. La artillería había avanzado a tal punto que era capaz de atacar blancos más allá del alcance visual de un observador terrestre, embarcando observadores de artillería a bordo de globos —generalmente emplazados a unos cuantos kilómetros detrás de las líneas del frente—, les permitía ver los blancos a una mayor distancia. Esto permitió a la artillería tomar ventaja de su incrementado alcance.
Debido a su importancia como plataformas de observación, los globos eran defendidos por cañones antiaéreos y grupos de ametralladoras. Atacar a un globo de observación era una empresa arriesgada, pero algunos pilotos de aviones encaraban el reto. Los más exitosos eran conocidos como cazaglobos, entre los cuales figuraban el belga Willy Coppens, el alemán Friedrich Ritter von Röth, el estadounidense Frank Luke y los franceses Léon Bourjade, Michel Coiffard y Maurice Boyau. Muchos cazaglobos expertos tenían cuidado de no descender por debajo de los 300 m para evitar los disparos de los cañones antiaéreos y las ametralladoras.
Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, los globos de observación fueron empleados desde buques para ubicar y eliminar submarinos.