Desde un principio tuve muy claro que el Château del protagonista masculino iba a estar situado en Burdeos, en la zona del Médoc. Y quería basarme en un Château real. En cuanto vi la primera fotografía del Château Comtesse de Lalande, me llamó muchísimo la atención. Había algo que me decía que éste podía ser el elegido. Cuando empecé a leer sobre su historia, y apareció el retrato de su fundadora, la Condesa Virginie de Lalande, lo tuve claro. Este Château ha tenido, a lo largo de su recorrido desde mediados del siglo XIX, una fuertísima influencia femenina, dando un carácter y una elegancia especial a sus vinos.
Así que me pongo en contacto con ellos. Necesito pasar unos días en Burdeos, respirar el ambiente de los viñedos, de los Châteaux, pero también quiero estar en el preciso lugar donde mis protagonistas van a vivir tantas experiencias. Responden a mi solicitud de visita, y me invitan a visitarles a finales de Septiembre, justo unos días antes de la vendimia.
A mi llegada a Château Comtesse de Lalande me reciben Fabienne Durou, Responsable de Comunicación, y Nicolas Glumineau, Manager del viñedo, quienes demuestran una enorme amabilidad y hospitalidad. Es Fabienne la encargada de enseñarme el Château en su totalidad en una detallada visita, durante la cual va ofreciéndome una muy extensa e interesante información sobre la historia del Château desde el siglo XIX, los hechos acontecidos durante la Segunda Guerra Mundial, su arquitectura y su construcción… detalles que me serán de mucha utilidad a la hora de componer la novela.
Ya tengo escritas muchas de las escenas que aquí ocurren, así que la sensación es muy emocionante. Parece que en cualquier momento van a aparecer Edouard y Anne por alguno de los rincones del Château. Absorbo todo como una esponja, archivando cada detalle, cada sensación…
«El coche atravesó una enorme verja pintada de blanco y se internó lentamente por un estrecho camino de grava blanquecina sombreado por imponentes y ancianos árboles. Cuando las frondosas ramas comenzaron a mostrar lo que tan misteriosamente ocultaban, Oteiza se quedó sin respiración: al fondo del camino apareció el Château, un impresionante palacio de dos plantas, con muros de grandes bloques de piedra, altos ventanales y tejados de pizarra; la arquitectura le recordó los bellos castillos del Loira.» – Extracto de la Novela.
La bodega privada situada en los sótanos del Château es impresionante. Cientos de botellas organizadas por añadas, y no sólamente de Comtesse de Lalande, sino también un surtido de vinos internacionales de calidad excepcional.
Es emocionante ver la bodega; en mi mente están todas las escenas que en ella transcurren en la novela… como emocionante es también observar las añadas de los años de la época de la Segunda Guerra Mundial.
La fachada trasera es otra gran muestra de belleza arquitectónica. Los jardines son preciosos, y puedo ver el lugar donde he imaginado diferentes escenas…
Seguimos la visita por el interior del Château, ascendiendo por su escalera interior a las plantas superiores donde se encuentran las habitaciones.
El mar de viñedos se extiende mires a donde mires. Las parras están exhuberantes, los racimos cargados de uvas a punto de ser vendimiadas. En unos días la actividad en el viñedo será frenética.
—En pocas semanas las hojas empezarán a cambiar su tonalidad al amarillo, y después al rojo — me dice Fabienne mientras miramos por la ventana de una de las habitaciones. Y yo me acuerdo del Viñedo Rojo de Vicent van Gogh, y de cómo la inspectora Oteiza se queda capturada por la belleza del paisaje al abrir por primera vez la ventana de su habitación. Igual a como estoy yo, mientras observo el descender de los viñedos hacia el estuario del Gironde.
La vista desde la habitación de la inspectora Oteiza. © Virginia Gasull
El dominio de Comtesse de Lalande está en plenas obras de mejora. Ya está casi finalizada la construcción de la nueva sala de Cubas, a la que nos asomamos entre andamios. Cuando esté finalizada, será una perfecta fusión entre la tradición y la innovación tecnológica.
«Edouard la cogió inesperadamente de la mano y tiró de ella hacia una escalera metálica circular que subía hasta la parte superior de las cubas; una pasarela metálica recorría suspendida todo el almacén. Caminaron por ella hasta llegar a la primera cuba. DeauVille se agachó y abrió la tapa superior; a la inspectora le recordó la compuerta de un submarino.»- Extracto de la Novela.
Quiero desde estas líneas volver a agradecer a Fabienne Durou y a todo el equipo del Château su amabilidad y el gran apoyo demostrado a la cultura y a la literatura al atender con tanta hospitalidad a esta humilde escritora. Recomendar también a todos los aficionados a la cultura del vino el realizar una visita a Château Comtesse de Lalande, así como al Château Pichon Longeville situado junto a él. Merece la pena disfrutar del entorno y de sus excepcionales vinos. Yo estoy deseando volver :)
Château Pichon Longueville Comtesse de Lalande
http://www.pichon-lalande.com/
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