Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, la localidad costera de Biarritz organizó muchas instalaciones como hospitales o sanatorios, entre las decenas de establecimientos como hoteles, spas, casinos y algunas hermosas villas, se creó el Hospital 95 bis en el Grand Hotel. Con una capacidad de 120 camas, incluido un departamento de cirugía mayor y un área especializada en el tratamiento de soldados afectados por los gases, en este hospital se realizaron más seiscientas operaciones solo en el primer año, sin que se revelara un solo caso de infección postoperatoria.
El 16 de octubre de 1914 se produce con éxito la primera transfusión de sangre directa de la Primera Guerra Mundial: el cabo Henri LEGRAIN de la 45ª Infantería, llega desde el frente en estado de shock y con pocas posibilidades de supervivencia. El profesor Emile JEANBRAU de la Facultad de Medicina de Montpelier, asignado a este hospital de Biarritz, le pidió al soldado Isidore COLAS —un bretón convaleciente después de una lesión en la pierna— una donación de sangre. El resultado fue espectacular: «Lo vi gradualmente recuperarse y renacer a la vida», explicó uno de los médicos.
Según relata un periódico parisino el 11 de noviembre:
«Es un hospital provincial. Hay dos heridos en una habitación. Uno de ellos muere de hemorragias sucesivas. Solo se puede salvar con la transfusión de sangre. Pero, ¿quién querrá dársela?
Su vecino de habitación, Isidore Colas, un bretón casi recuperado de su herida, sufre y, sin embargo, no sabe a quién le va a dar la sangre: «No voy a anestesiarte», le avisa el doctor. «No importa, adelante». Y con un coraje increíble, aguanta la herida que le abren en el brazo y el sufrimiento que adivinamos y que él no muestra.
Más tarde, la operación ha terminado, el que espera salvar su vida apenas tiene fuerzas, no puede hablar. Pero acerca su brazo a la cabeza del que acaba de darle un poco de su vida, lo abraza con todas sus fuerzas y lo besa con dos grandes besos fuertes, muy agradecidos, mientras las lágrimas brotan de sus ojos.
¿Cree usted que una medalla militar no le iría bien a este corazón bretón?»
Sus sangres debían de ser compatibles ya que la transfusión fue todo un éxito y ambos se recuperaron de sus heridas. A finales de 1914, se habían realizado 44 transfusiones en Francia siguiendo este mismo procedimiento de transfusión directa con buenos resultados a pesar de la completa falta de conocimiento por aquel entonces de los grupos sanguíneos. El problema de la conservación y el transporte de la sangre había sido el objeto, a principios de siglo, de las investigaciones de ARTUS, PAGES y PECKELHARING, y seguiría siéndolo durante bastante tiempo.